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Naturaleza en Gracia

El hecho de que el edificio de La Pedrera de Antoni Gaudí se vislumbre en primer plano a través del ventanal del templete de este ático de Paseo de Gracia en Barcelona, me parece un pretexto perfecto para establecer un diálogo cruzado entre este singular espacio (sin otra utilidad aparente que la contemplación privilegiada), el paisaje de la ciudad y unos objetos dispuestos por mí en primer plano.

La Pedrera y la ciudad al fondo se nos muestran a través de un ventanal con arco de medio punto al fondo de una estancia, cuya disposición obliga a un contemplación estrictamente ortogonal, que reviste a la escena de un cierto carácter clásico, entre ideal e imaginado, o no del todo de este mundo, que encaja bien con mi preferencia por imágenes concebidas como un artificio.

Un icosaedro cuelga del techo con forma de baldaquino invertido cuyas puntas delimitan la composición en primer plano. Sobre la mesa circular, cuatro objetos: una esfera blanca, un pequeño ramo de siemprevivas dentro de un vaso con agua, y dos piezas del diseñador finés Tapio Wirkkala.

El plato Jahresteller de Wirkkala, en primer plano, se inspira en las agrupaciones de cúpulas invertidas que producen las burbujas en una superficie; las siemprevivas, son plantas carnosas de geometría fractal; y el jarrón Ovalis, también de Wirkkala, lleno de piedras de la playa de Altea, junto con la vela blanca y redonda, recogen la luz que entra por el ventanal del fondo y la abertura lateral.

Siempre me ha interesado la arquitectura de los espacios y los objetos bellos y sencillos, así como las relaciones que juntos establecen todos entre sí. Más allá del aspecto sentimental o biográfico de las cosas, me atrae su la esencia material, el contraste entre lo finito de unos objetos y lo perdurable de otros, y, particularmente, cuando utilizo el carbón, el efecto dramatizador que ejerce la luz sobre la materia de todas las cosas.

La escena se dispone en busca de una armonía, solo una de las muchas posibles. El significado de todo ello no termina de revelarse del todo, queda abierto a la interpretación. Miremos pues.

Naturaleza en Gracia, 2022, carbón sobre tabla preparada, 87 x 87 cm

Ramo del adiós

Cada año, al final de primavera, la luz del sol comienza a colarse en mi estudio por las tardes, y me planteo una obra que se valga de los efectos de luz y sombra sobre sus muros.

En la primavera de 2015, junto al ventanal, había un ramo con flores secas del día del entierro de mi padre. Sin una intención consciente, las incluí en un carbón, que, en seguida, se transformó en otra cosa: algo así como un retrato suyo en ausencia o una vanitas. El óleo que hice a continuación fue un acto ya completamente premeditado de representarlo a través de un espacio arquitectónico compuesto con elementos mezclados tomados de la realidad, la imaginación y el recuerdo.

Ramo del adiós I, 2015, carbón sobre tabla preparada, 70 x 110 cm

Ramo del adiós II, 2015, óleo sobre tabla, 70 x 70 cm

Leíria, el corredor curvo

Normalmente un proyecto de obras suele ser la consecuencia de una reflexión tranquila sobre cosas que están a mi alcance y me interesan; en algunas ocasiones, las menos, la idea surge repentinamente con motivo de un descubrimiento de algo (o alguien) que llaman mi atención. Este fue el caso de mi encuentro fortuito con el edificio de la Escola Superior de Artes e Design de Caldas de Raihna, obra del arquitecto portugués Vítor Figueiredo.

Durante un viaje a Portugal, con el fin de recoger a mi hija mayor de un programa Erasmus, visité el edificio. Me impactó la sobriedad despojada de aquella blanca construcción que se elevaba en medio de un pinar, y sus amplios corredores curvos atravesados por la luz natural. Tras visitar el edificio, y sin apenas tiempo para pensar demasiado, pues debíamos partir en seguida, hice unas fotografías con mi teléfono móvil a modo de apunte. ¡Cómo me hubiera gustado estudiar en un edificio tan magnífico!

Meses más tarde, hice un estudio al carbón. La pintura como artificio es el resultado de un proceso mental en el que la realidad es transformada. En este caso, desde un principio, me pareció que la mayor dificultad residía en lograr algo aparentemente tan simple, aunque en el fondo es tan difícil, como definir el tamaño de la escena dentro del formato. En este caso, el efecto de amontonamiento producido por el potente escorzo del corredor curvo, y la falta de algún elemento a modo de referente de escala, dificultaba la comprensión de las dimensiones reales del espacio representado ¿Era aquello un lugar colosal recordando las salas hipóstilas del Mundo Antiguo o era un rincón íntimo visto casi a ras de suelo?

En otras ocasiones y en otras obras la mirada vuela más libre, pero en un escorzo tan potente la visión se ve impelida a un recorrido impuesto por la perspectiva que la guía del fondo al primer término y de nuevo al origen, generando una tensión que debe resolverse en alguno de los dos extremos.

Tanto en el carbón como en el óleo, introduje un elemento de naturaleza muerta en el primer termino a fin de procurar solucionar el enigma.

Estudio para Leiría, carbón sobre tabla, 60 x 60 cm

Cuadro largo para AGM

Espacio arquitectónico, 2018, collage digital, 21 x 56 cm

Proyecto realizado por encargo del arquitecto Esteban Becerril para una vivienda particular. Se trata de una naturaleza de interior de 100 x 400 cm, pensada y pintada para el espacio de 70 m² donde se ubica: un salón muy amplio, con techo relativamente bajo para su tamaño; iluminado por una claraboya, una abertura lateral y gran ventanal al frente, con vistas privilegiadas a un parque. Se compone de tres piezas; la central, resuelta con luz cenital, sin entrar en conflicto con la iluminación de la estancia donde se emplaza; las dos piezas laterales con aberturas más íntimas a una naturaleza de patio, sin intervención en la iluminación de la escena, pero necesarias allí para aliviar la tensión de una composición constreñida a un formato tan forzadamente estrecho.

Paneles por partes

Cuadro completo, 2006, óleo sobre lienzo y tabla, 100 x 400 cm